miércoles, 1 de abril de 2009

EL PROBLEMA DE DIVIDIR LA CUENTA

Tendemos a culpar a los “demás” sobre nuestros problemas, sin embargo no nos damos cuenta que formamos parte de los “demás” de otras personas. Evitamos asumir responsabilidad sobre nuestras acciones y estamos a la busca de culpables todo el tiempo. La “corporación” es nuestra solución a este problema. Evitamos responsabilidad y encontramos a quien culpar con facilidad. Las corporaciones nos permiten dividir la responsabilidad de nuestras acciones entre muchas personas. Esto genera incentivos perversos que nos inducen a actuar en contra del beneficio social. Es necesario eliminar este sistema de reparticiones y asumir una porción más grande de la responsabilidad. De esta manera lograremos un verdadero cambio.

Una corporación nos permite repartir la cuenta de nuestras acciones. Cuando vamos a un restaurante con un grupo de personas y acordamos dividir la cuenta en partes iguales, todos instintivamente ordenamos platos más costosos. Esto se debe a que solo pagaremos una fracción del costo extra del plato por un lado, y a nuestro afán de no pagar extra por los platos costos de los otros. Una corporación nos permite repartir la cuenta de nuestras responsabilidades. Si una corporación actúa de X o Y manera, nosotros “solo” somos responsables en la proporción de acciones que tengamos de esa sociedad.

Cuando repartimos la responsabilidad, creamos un incentivo a arriesgarnos más. Es decir cada vez nos volvemos más osados y hacemos cosas que tienen mayores consecuencias, bien sean positivas o negativas. Esto explica el alcance que han tenido las corporaciones. Han sido promotoras de grandes de grandes riquezas así como de grandes sufrimientos e injusticias. Vemos estas acciones alejadas de nosotros pues ¿qué diferencia podemos lograr nosotros? o ¿qué responsabilidad tenemos?. Nuestra responsabilidad se limita a los bienes que compramos y a las acciones que tenemos en estas empresas. El problema radica en que un par de zapatos comparado con los millones que vende Nike, o 100 dólares en acciones comparadas con el valor en libros de una empresa, es prácticamente despreciable. Es así como podemos caminar con nuestra conciencia prácticamente limpia. Si esto no es suficiente, salimos a marchar, hacemos protestas y denunciamos los crímenes, pero en general sin trascender mas allá de las palabras. Son solo maneras de “limpiar” nuestras conciencias, pero nunca se convierten en acciones concretas.

De manera similar encontrarnos culpables de manera fácil. Qué es más fácil que culpar a una figura etérea que sin alma. Culpando a las corporaciones no quedamos mal con nadie ni incomodamos a personas cercanas a nosotros. Una vez más nos olvidamos que las corporaciones son creaciones nuestras, que nosotros participamos de su sistema, no solo siendo accionarios y comprando sus productos, sino aceptando la realidad como no la presentan.

Es necesario crear mecanismos que alineen los incentivos sociales con los individuales. Es imposible convencer a las personas que actúen de cierta manera, aun cuando esto sea beneficioso para toda la sociedad, si no logramos incentivar ese comportamiento. No se trata de decir que no hay nada que se pueda hacer a menos que creemos un sistema de incentivos diferente. Es importante esclarecer y difundir los costos asociados con nuestro comportamiento. Parte del problema es la falta de información que existe sobre las consecuencias de nuestras acciones, lo que conlleva a no tener en cuenta ciertos costos en nuestra toma de decisiones. La dificultad radica en que esto solo tendrá efecto para aquellas personas donde “el costo extra” sea lo suficientemente alto, como para inducir un cambio en el comportamiento.

En general, mientras sigamos dividiendo la cuenta, seguiremos pidiendo langosta pues sabemos que el costo extra que tengamos que pagar por ella es mínimo. Las corporaciones actúan en detrimento de nuestros intereses sociales, pero no son lo único que lo hace. Robar, matar, decir mentiras, entre otros, va en contra de nuestros interés sociales, mas no de los individuales. La sociedad ha creado estructuras sociales que alinean nuestros incentivos individuales con los sociales para garantizar un mayor beneficio. Estas estructuras actúan como las cadenas de Odiseo ante las sirenas; decidimos atarnos a ellas para evitar la locura. Parte de estas estructuras son las leyes, sin embargo es importante tener en cuenta que a punta de normas no se manda a alguien al Cielo. La gente no altera su comportamiento simplemente por una ley se lo indica. La gente altera su comportamiento por que los incentivos se lo indican.

El problema de la “división de cuenta” es el mismo que genera la destrucción de nuestros ecosistemas, el calentamiento global, las hambrunas, entre otros. Los mecanismos que logren eliminar por completo este problema no existen aun. Falta desarrollarlos y va mas allá de este documento explorarlos. Sin embargo parece ser claro que eliminar la “corporación” es un primer paso en la dirección adecuada. Pero esto es solo una meta ilusoria. Eliminar un resultado, sin atacar sus origines, tiene como consecuencia el brote de un resultado similar.